martes, 21 de agosto de 2012

CHAKRAS CENTROS DE ENERGÍA SUTIL






 

CHAKRAS CENTROS DE ENERGÍA SUTIL











La palabra chakra proviene del sánscrito y significa rueda o disco. Descrito como un remolino que gira, éste es un punto de intersección donde se encuentran la mente y el cuerpo. También han recibido el nombre de lotos, con el que se describe metafóricamente la apertura de un chakra.

Estas flores tienen carácter sagrado en la India. Como brotan del barro, simbolizan el camino de la evolución que recorre el ser, primitivo al principio, hasta el pleno florecimiento de su conciencia; lo  que refleja el camino desde el chakra base, arraigado en la Tierra, hasta el loto de mil pétalos de la corona. Y como el loto, los chakras tienen pétalos, cuyo número varía de unos a otros. Al igual que las flores, pueden estar cerrados o abiertos, marchitos o apuntando floración, según el estado de la conciencia que contienen.

        Estos centros son puertas de acceso entre distintas dimensiones; en ellos la actividad de una determinada dimensión, pongamos por caso la emotiva, conecta con otra e interacciona con ella, como puede ser el cuerpo físico. Esta interacción, a su vez, matiza nuestras actividades en el mundo exterior y nuestras relaciones con los demás.

        Tomemos por ejemplo la experiencia emocional del miedo, que afecta de diferentes maneras a nuestro organismo. Notamos un hormigueo en el estómago, se acelera la respiración, la voz y las manos  tiemblan. Tales síntomas revelan nuestra falta de seguridad para enfrentarnos al mundo y entonces somos tratados por los demás de forma negativa, con lo que el miedo se perpetúa. Ni siquiera es necesario que derive de ninguna circunstancia real y presente, sino que puede ser un residuo e la infancia que, encerado todavía en el chakra, determina nuestro comportamiento. Por esta razón, cultivar los chakras es sanarnos a nosotros mismos, liberándonos de viejas pautas restrictivas alojadas en el cuerpo o en la mente, o de comportamientos consolidados.

 

 

 

 

 



ORGANIZACIÓN DEL SISTEMA




        La suma total de los chakras forma en nuestro cuerpo una columna vertical llamada Sushuna. Esa columna es un canal integrador. Podemos concebirla como una superautopista  por donde viajan esas energías, al igual que nuestras carreteras asfaltadas sirven para la distribución de las mercancías del fabricante a los consumidores. Cabe decir que Sushuna transporta las energías psíquicas desde su origen, conciencia pura (Dios, la Divinidad, la Fuerza, la Mente Divina, la Naturaleza, etc.) al consumidor, que es el individuo mental y físico, habitante del plano terrestre. Y podríamos considerar a los chakras como grandes urbes localizadas a lo largo de esa autopista, cada una de ellas responsable de producir su propia variedad de artículos. Mejor aún sería visualizarlos no como ciudades, sino como cámaras sagradas de un templo que es el organismo, donde la fuerza vital de la conciencia puede confluir a diferentes niveles.

        Tendidas junto a esa carretera, alrededor de ella o cruzándola, encontramos numerosas vías secundarias, como los meridianos de la acupuntura china y los miles de nadis que los indios descubrieron en el cuerpo sutil. Representan algo así como la red telefónica, las tuberías del gas o las canalizaciones. Son canales especiales para determinados tipos de energía, todos los cuales pasan por el mismo vórtice.

        En el plano físico, guardan correspondencia con los ganglios nerviosos, donde se registra una intensa actividad, y también con las glándulas del sistema endocrino. Sin embargo, pese a la interdependencia de los chakras con los sistemas nervioso y endocrino, no debemos imaginar que sean sinónimos de ninguna estructura del cuerpo físico, puesto que existen en el cuerpo sutil.

        Sin embargo, sus efectos sobre el cuerpo físico son intensos, como puede atestiguar cualquiera que haya experimentado la energía de la Kundalini. Yo opino que los chakras articulan el desarrollo de aquél, igual que la mente actúa sobre nuestras emociones.



LOS CONTENIDOS

 



        El contenido de los chakras se forma, en su mayor parte, por las pautas repetidas de nuestros actos en la vida cotidiana, ya que nosotros mismos somos siempre el punto central de dichas acciones. Los movimientos y los hábitos reiterados generan formas y acciones en el mundo que nos rodea. No obstante, la programación que recibimos de nuestros padres y nuestra cultura, la constitución corporal física, las situaciones en que nacemos y la información acumulada en vidas anteriores son también factores importantes.

        Las pautas contenidas en los chakras tienden a perpetuarse mediante esta interrelación con el mundo exterior; de ahí la idea de karma, una pauta que se forma a través de la acción. Debido a ello, sucede a veces que uno queda como atrapado en la pauta de acción de algún chakra, que se reproduce sin cesar a sí misma; es lo que se llama un bloqueo de ese chakra, y que nos aprisiona en un nivel determinado, como puede ser una determinada relación personal, un empleo, un hábito o, más a menudo, una cierta manera de pensar. Dicho bloqueo puede ser consecuencia de la hiperactividad o, por el contrario, del desarrollo insuficiente de uno de los chakras.

        El objetivo de nuestro trabajo es purificar los chakras eliminando pautas antiguas y no beneficiosas, y dejando únicamente las influencias positivas, de modo que nuestra energía vital pueda seguir desarrollándose en otros planos superiores. Los chakras se asocian con siete niveles básicos de la conciencia; cuando experimentamos la apertura de uno entramos en la comprensión del estado de conciencia que se asocia a éste.

        La cantidad de energía que se encuentra en un plano determinado y su calidad dependen de si el chakra respectivo se halla abierto o cerrado, o si domina la apertura y cierre en los momentos oportunos; a su vez, ello determina el volumen de actividad y la complejidad que somos capaces de soportar en cada nivel.

        Desde el punto de vista de la evolución, los chakras son paradigma de la conciencia que prevalecen a escala mundial en una época determinada. La humanidad primitiva se hallaba primordialmente bajo el influjo del primer chakra, cuando la supervivencia era la finalidad principal de la cultura. La agricultura y la navegación marcaron los comienzos de la era del segundo chakra. En el milenio presente creo que estamos pasando de la era del tercer chakra, preocupada sobre todo por el poder y la explotación de la energía, al cuarto chakra, que es el dominio de la cordialidad, y cuyas manifestaciones son el amor y la compasión.






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